Ayer, a partir de las 3 de la tarde, un amplio sector del oriente de Mérida decidió que era un buen momento para experimentar la vida sin electricidad, un capricho de la naturaleza o tal vez un servicio «premium» de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Los pobres habitantes de la zona quedaron atrapados en una penumbra de incomodidad que se extendió hasta alrededor de la 1 de la mañana. ¡Un auténtico festín de desconexión!
Según el Servicio a Clientes (071), uno de los afortunados usuarios recibió la respuesta de que el problema se debía a un “fallo en la red eléctrica.” ¡Qué revelación tan innovadora! Durante todo este tiempo, los comercios, tanto los formales como los populares, se vieron obligados a cerrar, impidiendo que pudieran hacer lo que más les gusta: vender. Y ni hablar de los estudiantes, quienes, en su búsqueda por completar tareas, descubrieron que la luz no era solo un lujo, sino una necesidad. Mientras tanto, las familias luchaban contra el calor abrasador, pues los ventiladores y aires acondicionados se convirtieron en objetos de decoración.
La cuestión del costo de esta afectación es, por supuesto, un misterio tan profundo como el propio universo. Es difícil cuantificar el impacto, especialmente cuando la CFE, en un despliegue admirable de eficiencia, no pudo resolver el problema en las cuatro horas que prometió, a pesar de tener conocimiento de la falla. Solo fue después de la medianoche que, como un héroe inesperado, el servicio fue restablecido, dejando a los usuarios en un mar de incertidumbre y descontento. ¡Una verdadera saga!
Este incidente no es solo una anécdota más; es un reflejo brillante de un problema más amplio en el sistema eléctrico del país. En el contexto de la Cuarta Transformación (4T), el gobierno ha estado ocupado realizando cambios legislativos significativos, transformando a la CFE de una empresa productiva del Estado en una entidad paraestatal que intenta «rescatarlas.» Sin embargo, los constantes apagones son la cereza en el pastel, evidenciando un diagnóstico preocupante sobre la infraestructura eléctrica y la capacidad de la CFE para ofrecer un servicio continuo y eficiente. ¡Bravo!
Este tipo de situaciones plantea preguntas tan profundas como la filosofía misma sobre la efectividad de las reformas implementadas. ¿Puede la CFE atender las necesidades de los ciudadanos? La falta de un suministro eléctrico confiable no solo interrumpe la vida diaria de las personas, sino que también afecta la economía local y el desarrollo de la región. ¡Una joya de gestión!
Es fundamental que se tomen medidas concretas para mejorar la situación del sistema eléctrico en Yucatán y en todo el país, garantizando un suministro seguro y constante para todos los ciudadanos. O al menos eso es lo que uno podría esperar en el siglo XXI, ¿verdad?

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